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como una manada de babosas que alguna vez esquivaron edificios
querían bailar
agitaban los brazos
y pedían bailar
brillaban     mordían
se derretían
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en las verdes resoluciones de la ciencia nuclear
se lucía su vida

breve vida tóxica
y de gozadera
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    los más inocentes siguen contentos de envenenar a las Santas Madres
y se entretienen
 recordando los luminosos sonidos de esas pobres bestias huérfanas

    disfrutando más de los dedos ahorraremos en desengaños
 y fármacos
por eso es tan urgente inventar nuevos juegos 

     uno muere tres veces y entonces puede cazar al troglodita de cola larga
         te respeta o te desgarra


    algunos miedos ya encuentran estructuras
     refugio y alimento
quieren prohibir lo que nunca nos sobró
      ellos se parpadean de lejos porque temen gritarse de cerca
miedo a que te muerdan la lengua


    por suerte las noches siguen llegando grandes y preñadas
al que se le acaba el veneno
 busca dónde afilarse las puntas y apreta los dientes

    algunos dicen que es tiempo de descansar
 y rascarnos las llagas                 

transmutar
y dejar marcas en los altos paredones oscuros


   a mi me alcanza con ver cómo aprendemos a volar sin parpadear
y a hacernos finitos para acostarnos en el horizonte


   ayer vi el reflejo de alguien que me esquivaba la mirada
dijimos lo mismo al mismo tiempo

me tomé lo que me quedaba y seguí acechando

  siempre me gusta estar solo cuando no hay nadie
llegamos
fastidiados y   sangrando

pero llegamos

acá se prometen atardeceres más largos
 
  eso no nos va a devolver nada
nada de lo que perdimos        todo lo desintegrado por la luz

pero esos frutos emplumados brillan tanto que
dan ganas de algo nuevo

podríamos construir en las alturas
   y alejarnos del cretino suelo de ayer

creo que las hierbas se están poniendo     sádicas
  así que es mejor improvisar

 parece difícil abandonar el recuerdo
y sus ternuras
mas, disfrutemos
                           el aire late fresco       a vida    
y peligro