´1

´una mirada que me oculta
todas las verdades escritas
y me cuenta la mentira más creíble..

´2

´solo en el mar de certezas
acudiré a mis dudas
para partir la mentira de un remazo..

Tan vulgar

Me gusta esa ella
con la nariz perforada 
respirablemente
a ambos lados.
Me gusta lo exquisito de su forma,
con sólo dos brazos ladeantes,
no mas
y también,
sólo dos piernas bajantes.
Me gusta cómo suele dibujar ideas en el aire
con sus manos,
esas dos manos de increíbles cinco dedos,
palma
y revés, como sólo hay en algunos cuentos.
Todavía mas bello y particular
es la armonía bípeda de su caminar:
adelanta un pie luego del otro,
pero, algo nunca visto,
no le importa comenzar
con el diestro
o el siniestro.
Es toda única esa ella
de bostezos imponentes
en sus mañanas despeinadas
y sonrisas filosas,
hambrientas y dentadas
a la hora del poniente.
También, debo confesar,
en lo único de su paisaje
hay algún detalle vulgar,
o un momento de poco brillo,
Pero todo el resto
no te miento,
es mirable y no creíble
es desconocido,
impredecible.
A ella la siento
igual que siento al viento
fantástica y cotidiana,
celestial y mundana.

Aires de un otro

Si es cierto que cada recorte
de la realidad es personal e instantáneo,
que la construcción mas cierta es la que
nos hace unos en cada momento; si somos un aleph frente a su espejo
¿cómo es que necesitás compartirte? ¿porque aclamamos nuestro agua de afecto,
con cada bufido de nuestra germinación caminante?
En la mancómuna del encuentro intentado, de la búsqueda autentica,
de la conciencia del multipertenecer total;
solo ahí se construye suficientemente el universo del yo en nosotros.
En ese destello infinito nos desdoblamos en el existir del otro,
en la medida en que nuestras intenciones y nuestras curiosidades
nos lo dibujen. Y es en ese despliegue de nuestra experiencia que
podemos vernos desde dónde nunca antes, desde donde podemos
tirarnos de cabeza hacia la punta de horizontes truncados, cortarnos en pedacitos
las preguntas sin sentimiento y los quistes del pensamiento.

Por eso, porque somos en el otro nuestra intención de ser mucho menos que uno
y mucho mas que todos, por eso suele ensordecernos la canción
de nuestra brisa subterránea con su reclamo hacia las incontables tormentas.