Tan vulgar

Me gusta esa ella
con la nariz perforada 
respirablemente
a ambos lados.
Me gusta lo exquisito de su forma,
con sólo dos brazos ladeantes,
no mas
y también,
sólo dos piernas bajantes.
Me gusta cómo suele dibujar ideas en el aire
con sus manos,
esas dos manos de increíbles cinco dedos,
palma
y revés, como sólo hay en algunos cuentos.
Todavía mas bello y particular
es la armonía bípeda de su caminar:
adelanta un pie luego del otro,
pero, algo nunca visto,
no le importa comenzar
con el diestro
o el siniestro.
Es toda única esa ella
de bostezos imponentes
en sus mañanas despeinadas
y sonrisas filosas,
hambrientas y dentadas
a la hora del poniente.
También, debo confesar,
en lo único de su paisaje
hay algún detalle vulgar,
o un momento de poco brillo,
Pero todo el resto
no te miento,
es mirable y no creíble
es desconocido,
impredecible.
A ella la siento
igual que siento al viento
fantástica y cotidiana,
celestial y mundana.

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