Aires de un otro

Si es cierto que cada recorte
de la realidad es personal e instantáneo,
que la construcción mas cierta es la que
nos hace unos en cada momento; si somos un aleph frente a su espejo
¿cómo es que necesitás compartirte? ¿porque aclamamos nuestro agua de afecto,
con cada bufido de nuestra germinación caminante?
En la mancómuna del encuentro intentado, de la búsqueda autentica,
de la conciencia del multipertenecer total;
solo ahí se construye suficientemente el universo del yo en nosotros.
En ese destello infinito nos desdoblamos en el existir del otro,
en la medida en que nuestras intenciones y nuestras curiosidades
nos lo dibujen. Y es en ese despliegue de nuestra experiencia que
podemos vernos desde dónde nunca antes, desde donde podemos
tirarnos de cabeza hacia la punta de horizontes truncados, cortarnos en pedacitos
las preguntas sin sentimiento y los quistes del pensamiento.

Por eso, porque somos en el otro nuestra intención de ser mucho menos que uno
y mucho mas que todos, por eso suele ensordecernos la canción
de nuestra brisa subterránea con su reclamo hacia las incontables tormentas.

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