Vuelo número cero

Ya que esta noche el aire parece empecinado
en aplastar
y aplastarme,
no tengo más remedio
que respirarme a mi mismo
con una sonrisa
y contarle, a quien quiera escuchar,
que pienso volar toda la noche
y tal vez todos los días;
volar cómo un cardumen de diarios viejos,
movilizado por prepotencia del viento,
entrometiéndome en cada rincón de la tarde,
desafiando con vuelo rasante
el embotamiento
de los conservadores del movimiento.

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